miércoles, 28 de enero de 2015

UN LLAMADO A LA JUVENTUD DE COSTA RICA Y DE AMÉRICA LATINA



UN LLAMADO A LA JUVENTUD DE COSTA RICA Y DE AMÉRICA LATINA
Ricardo Vilchez Navamuel

Las alternativas populistas y radicales, no deberían por ningún motivo, ser sustitutas  de las democracias liberales que, efectivamente,  si tienen que mejorar en América Latina.

La gente en general  y la juventud especialmente, tienen derecho a la decepción en conducción y desempeño de los políticos. Tienen derecho a repudiar cualquier tipo de corrupción que exista, pero no deben de confundir este derecho con la falsa creencia que un cambio  por sí mismo puede erradicarla, al contrario, si el cambio es hacia sistemas políticos radicales, populistas o comunistas, la corrupción de seguro aumentará aunque el mismo sistema se encargará de no hacerla visible. ¿Cómo? En primer lugar coartando la libertad de prensa que es lo que han hecho por ejemplo en el caso actual de Venezuela.

Costa Rica históricamente en este tema no ha sido la excepción, no es cosa nueva. ¿O es que podríamos afirmar que  entre 1900 y 1980 no habían actos de corrupción? Claro que los había y todos sabemos que podríamos hacer una  buena lista de ellos.

La decepción con los políticos  y el repudio frontal a la corrupción no debería ser solo con ellos. Hay que hacerlo en todos los ámbitos donde se dé. Por ejemplo, donde más nos debería doler y donde más hay corrupción es en toda la administración pública, donde mayoritariamente se carcome nuestro Estado democrático, que interpretando mal el concepto del Estado Benefactor ha multiplicado prebendas, gollerías y privilegios  en  casi todas las instituciones. ¿Cómo? Sistemas de pensión privilegiados, salarios en muchos casos desmedidos, el uso indebido de las incapacidades en la CCSS, acudir a asesorías, incentivos desproporcionados a altos jerarcas en los bancos estatales o manteniendo instituciones como el Consejo Nacional de Producción y  la “refinería” de RECOPE, que de refinería le queda solo el nombre  y un gran etc.

La corrupción ha sido parte de la historia humana, es una realidad y seguirá existiendo simple y llanamente porque no hay seres humanos perfectos.  La corrupción en general y con carácter universal la podemos ver en las burbujas inmobiliarias, en el mundo financiero y bancario, en las farmacéuticas, en la industria de armas, en las administraciones de los sistemas religiosos,  en la prensa con sus juicios mediáticos, etc. 

Gracias a la democracia y a la libertad de prensa y política, los medios de comunicación pueden y deben denunciar cualquier acto de corrupción que se dé en cualquiera de los casos, cosa absolutamente indispensable y necesaria.
  
Esto es lo que debemos de exigir, una mejora en toda la acción política y en la administración pública, una mejora en todo nuestro sistema democrático sin arriesgarnos a hacer cambios con gente radical o populista.

Los jóvenes deberán de aprender a comprender el trabajo de los medios de comunicación que por su naturaleza “busca la noticia” donde más impacto pueda tener y como consecuencia de eso focalizan sus baterías mayormente en los políticos. Deberán comprender e interpretar que las denuncias de actos corruptos no significan echar abajo a la democracia y a lo que hemos construido con tanto sacrificio.

Están nuestros  jóvenes dispuestos a correr el riesgo de perder sus libertades? ¿Por qué no exigir democracias como la noruega, la finlandesa, la sueca  o la suiza? ¿No merecemos la posibilidad al menos de soñar con ello?

 El “cambio” jóvenes,   simplemente por el cambio,  no es la única alternativa y mucho menos si el cambio es hacia sistemas políticos obsoletos.